El nombre, a lo que se podría pensar, no tiene que ver con la forma o el color de la luna. Pero no está mal que reciba este nombre porque está ligada a los cultivos del hemisferio norte, atribuida a la época del año donde países como Estados Unidos o Canadá tenían cosecha de fresas.
Sin embargo, el fenómeno de la superluna recibió su nombre por una antigua cultura, pero, no tiene nada que ver. Lo que ocurre es que en bastantes ocasiones, especialistas y científicos nombran los eventos astrónomos con nombres llamativos.
Esta estrategia se implementó para que las personas que son alejadas de temas de cuerpos celestes se interesen y el tema astronómico entre a la espera común.