Podemos sentir que algo está por suceder, y sucede. Empezamos a escuchar nuestras intuiciones. Nosotros «sabemos» cosas, aunque no siempre nos percibimos a nosotros mismos de la forma en que lo hacemos. A veces, cuando estamos discutiendo con alguien, sentimos como si algo fuera de nuestro plexo solar, o como si nos hubieran «apuñalado», o como si nos hubieran dado un puñetazo en el estómago. En cambio, a veces nos sentimos rodeados de amor, cariño, bañados en un mar de dulzura, bendición y luz.
Todas estas experiencias tienen su realidad en el campo energético. Nuestro viejo mundo de sólidos bloques de hormigón está rodeado e infiltrado por otro mundo de energía radiante que fluye, en constante movimiento y cambio como el mar.