Cuando los humanos empezaron a poblar la tierra, básicamente no salían de las cuevas por el temor de ser asechados por espíritus malignos que ascendían de las profundidades de la tierra.
Los humanos temerosos pedían ayuda constantemente a la tierra, esta al escuchar tantas suplicas les dio la luna para que alumbrara sus caminos. Pero, tanto los humanos como los espíritus temían de la luna así que no salían.
Tiempo después los humanos ya acostumbrados al astro salían de sus cuevas, pero, los entes malignos también, así que nuevamente fueron atormentados. Sin pensarlo mucho, los humanos otra vez pidieron a la tierra protección.